Esta entrada nace como respuesta al carnaval de blogs, propuesto en el blog Internet en el aula, red social docente para una educación del siglo XXI, cuyo tema es El futuro de la educación.
Imaginar cómo será la educación en diez o veinte años depende mucho de nuestra experiencia personal al respecto. Esto quiere decir que, si te encuentras en el primer mundo, la imaginarás de una manera, pero si estás en el tercer mundo, tendrás que poner los pies en la tierra de forma muy dura, como es el caso de cientos de colegas docentes latinoamericanos.
La cuestión educativa en países que van arrastrando problemas serios de acceso a libros e infraestructura aún en el siglo XXI, deberá tender a dar esas mínimas posibilidades a cientos de comunidades que, a duras penas, pueden contar con un maestro para alumnos de diversos grados. Si el salto se piensa dar del “no tener nada” a digitar una computadora, la cuestión no es así de fácil como suena. Las comunidades atrasadas tecnológicamente, lo están, por cierto, económica y socialmente. Esto va ligado a una incomprensión total de los avances que ya están altamente desarrollados en algunos puntos del planeta, y me refiero asuntos como la falta de apoyo en los hogares, al mal manejo del equipo que se pueda facilitar (ligado a la ignorancia de los cuidados que requiere un material electrónico) y también al saqueo del que son víctima fácil instalaciones educativas vulnerables que no cuentan ni siquiera con servicio de vigilancia.
Imaginar, por tanto, si seguiremos usando libros de texto, podría convertirse en “usaremos” libros de texto, probablemente, los desechados por otros usuarios estudiantiles del mundo. En ese sentido, no se puede hablar de una generalización de soportes digitales conectados pues, posiblemente, en muchos países latinoamericanos, los roles de estudiantes y docentes apenas si habrán variado.
No es mi deseo sonar pesimista. Personalmente trabajo con todos los adelantos y facilidades del mundo digital. Enseño a estudiantes de avanzada, que cuentan con toda clase de dispositivos electrónicos, al igual que yo. Ellos pertenecen a las clases privilegiadas del país, y yo a los profesores privilegiados también. Es solo que esto no me vuelve ciega de los problemas con los que deben luchar, día a día, miles de niños y adolescentes del tercer mundo, nativos de tierras olvidadas, donde no hay luz ni medios de transportes adecuados que los ayuden a llegar, tan siquiera, a unas instituciones educativas tristemente olvidadas. Hablo de los docentes que no han contado nunca con una pizarra blanca, y siguen luchando con la tiza, la cual deben ahorrar.
Sin duda alguna, el futuro de la educación deberá ser inclusivo, y va a depender de lo que hagamos hoy, pues de la formación actual dependerá lo que piensen y decidan estos educandos, ya que para entonces serán ellos los que estén trazando la dirección del mundo.
Mi aporte a este carnaval de blogs se enfoca no en imaginarnos cómo será la posición de las aulas en el futuro, sino en que, en ese futuro, se logre posicionar a la mayor cantidad de población dentro del mapa del acceso a la educación, minimizando las diferencias abismales de la actualidad, donde existen miles de niños cuya única preocupación es tener qué comer o madres iletradas a quienes, sumidas en la extrema pobreza, solo les interesa saber si sus hijos estarán vivos mañana.
En el tanto enseñemos a nuestros estudiantes a pensar, a ser críticos, a ser proactivos con respecto a sus congéneres menos privilegiados, los ayudemos a cambiar sus patrones de consumo reconociendo la fragilidad de los ecosistemas mundiales, les abramos los ojos con respecto al consumo responsable, buscando aquellos productos que no sean el resultado de trabajo infantil esclavo, por ejemplo, estaremos entonces trazando una senda profunda y fecunda hacia la distribución sana y auténtica del conocimiento. Sí, grandioso, que se haga utilizando todas las herramientas digitales actuales, pero más grandioso aún cobijando al mayor número de seres humanos bajo la consigna de un mundo más justo, sano y provechoso para todos.